2 de agosto de 2011

Las tecnologias de información ayudan la defensa del territorio indigena y su diversidad. Caso Rondonia Brasil

La guerra del indio geek
Por Nicolás Alonso y Priscila Azevedo Rocha 06/07/2011

Rondonia el estado más afectado por la tala ilegal en la Amazonia. Ahí, el pueblo Suruí está dando la batalla apoyado por la tecnología. Las nuevas armas para proteger los bosques de su territorio son Google Earth, smartphones y GPS.

Rondonia



Aqui podemos ver un claro ejemplo, de la deforestación en areas no protegidas y del territorio indigena:



Los Surui son los protectores de sus bosques y una amenaza lara los taladores ilegales. Son apenas unos 1.200, repartidos en 25 poblados. Ya no ocupan sus viejos arcos, armas de fuego, ni se entrenan para la guerra; sin embargo con nuevas tecnologias, son capaces de proteger de la deforestación 2.500 kilómetros cuadrados de selva.

El pueblo suruí,cuenta con un armamento mucho más refinado para dar la batalla. Por ejemplo, con cientos de modernos smartphones con Android, con los cuales se internan en la selva para fotografiar y denunciar a las decenas de taladores que cada mes ingresan ilegalmente en su territorio a cortar árboles. O con un minucioso mapa virtual de su territorio que construyeron durante años en Google Earth, utilizando equipos GPS, y con el cual cada día monitorean desde sus laptops los bosques.

Almir Narayamoga, su lider, pudo entender desde muy joven que el destino de su tribu era evolucionar o morir. Miembro de un clan guerrero, a los 17 años se vio con la pesada tarea de proteger a su pueblo. Ya había visto a su padre fracasar en el intento de dar la batalla con arcos y flechas, y el panorama era desolador: de los 5 mil suruís que había antes del contacto con el hombre blanco en 1969, las epidemias y la colonización no habían dejado más de 290. "Al observar que mi pueblo sufría tanto, me quedé pensando en cómo podía ayudarlos para conquistar nuestros derechos como seres humanos", dice Almir.

Almir Narayamoga


A fines de siglo, su intuición lo hizo abandonar la tribu para dar un paso que nadie se había atrevido a dar: estudiar en la universidad. Se inscribió en la carrera de Biología, en la ciudad de Goiana. La discriminación de sus compañeros lo llevó a buscar refugio en internet. Entonces descubrió un mundo radicalmente distinto, en donde muchas minorías encontraban difusión para sus causas reivindicadoras, y donde los clanes indígenas realizaban protestas que incluso llegaban hasta el Banco Mundial.

Unos años después volvió a la tribu, pero el título que había conseguido ya no le importaba. Almir traía consigo un computador, y sin duda ya era otra persona.

Cuando en 2007 la ONG Amazon Conservation Team refugió a Almir en EE.UU., el líder ya era famoso en Rondônia. Demasiado famoso, considerando los US$100 mil que ofrecían por su cabeza. Había creado una ONG, Metareilá, y junto a otros líderes había conservado a salvo cerca del 93% de los bosques de la región. Con encadenamientos y otros recursos pacíficos, era un dolor de cabeza para los taladores ilegales, y sus bonos crecían para convertirse en uno más de la decena de líderes ambientalistas asesinados en los últimos años.

Por eso lo llevaron a buscar protección internacional a la OEA. Pero una vez en Norteamérica, la ayuda llegaría desde un lugar impensado. Almir había conocido poco tiempo atrás Google Earth y había hecho lo que hacen todos: buscar su casa. Claro que por "su casa" él entiende todo el bosque de Rondônia, y las señales de deforestación que pudo ver lo angustiaron. Pero también se dio cuenta del potencial del instrumento para fiscalizar las talas. Por eso, cuando lo llevaron de paseo a Palo Alto y pasaron frente a las oficinas de Google decidió entrar a pedir ayuda. "Sentí que debíamos entrar y que ellos tenían que escuchar", dice Almir. "Todos me decían que era imposible, pero yo creía que ellos tenían la responsabilidad de ayudar a difundir causas como ésta".

Conferencia de Google y Jefe Indigena (porqtugues e ingles)




Entonces insistió. Mandó correos, envió artículos sobre los suruís y no se movió de Palo Alto hasta que le respondieran. Cinco días después, los directivos de la empresa se vieron frente a un indígena de semblante serio, con su corona de plumas en la cabeza y la actitud de quien asiste a un diálogo entre dos jefes de tribu. Le habían dado 30 minutos, pero lo oyeron durante más de tres horas. Escucharon el relato de un pueblo perdido en la Amazonia, de cómo para el año 2050 ese pueblo tendría un 30% de su bosque destruido, y a fin de siglo ya no tendría nada. También lo oyeron pedirles ayuda para vigilar el bosque y para poder transmitir la causa a todo el mundo.

Algo de la escena debe haber conmovido a los directivos de Google, algo de ese pequeño y robusto hombre que les hablaba como si ellos fueran una tribu aliada. Porque a los pocos meses la compañía desembarcó en Rondônia con laptops, servidores, GPS y cursos de capacitación para introducir a los suruís en Google Earth. Rebecca Moore, directora del proyecto, fue enfática en sus intenciones: "Pude ver esa isla verde rodeada de devastación y pensé: podemos ayudar a esa gente, y la vamos a ayudar".

Los suruís bautizaron a Google como Ragogmakan, "el mensajero", y pronto comenzaron a recibir ayuda de distintos organismos. Carlos Macedo, indigenista que trabajó para Naciones Unidas con la tribu, aún se impresiona al recordar la visión estratégica de Almir. "A diferencia de los demás indígenas, él no se aísla con su grupo, sino que entiende que necesita la participación de la mayor gente posible", explica. "Ahora quiere hacer un centro cultural para 'colonizar' a los hombres blancos con su cultura. Eso es increíble".

Comunidad Surui (ingles)



Conferencia del Jefe Almir Narayamoga

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